El Arte y las Palas
A la memoria de mi padre, que en los días felices, cuando la luz del sol iluminaba mi infancia, me enseñó a jugar para soñar, a mirar para ver, a sentir para vivir. Aún resuenan en los oídos de aquel niño que fui, los ecos de su voz, que entre rumores de olas y el sonido inconfundible de la pelota al tocar su pala de maestro, me iniciaba en los albores de un deporte que creó, practicó y amó hasta el final, el Juego de Palas Cántabras, que hoy practican miles de deportistas, siguiendo sus lemas de compañerismo y nobleza. Hoy, frente al mar, bajo el sol que me ilumina, sin más ruido que el de las olas al romper sobre la arena, el cincel invisible de mi cariño graba su nombre sobre la roca: Mariano.
Mariano Pérez López, su hijo, que nací en 1938 en los tiempos del blanco y negro, y que debajo de mi brazo no traje un pan, sino una paluca de madera.
Mariano Pérez López 11/07/2011
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